Los gobiernos financian y promueven la crisis climática-4
Los subsidios de los gobiernos a los combustibles fósiles, junto con los bancos y la industria de energía fósil, son también responsables de promover las tragedias de la crisis climática. Los países que más gases de efecto invernadero emiten son, precisamente, los que más fondos públicos emplean para subvencionar a los combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas). Cada año, los gobiernos de todo el mundo han invertido alrededor de 500 mil millones de dólares USA en reducir artificialmente el precio de los combustibles fósiles. Pero en el año 2022, según la Agencia Internacional de la Energía (IEA), los subsidios en todo el mundo a los combustibles fósiles superaron el billón de dólares, el valor anual más alto jamás visto. Respecto a 2021 los subsidios al gas natural se duplicaron con creces y los subsidios al petróleo subieron un 85%. A este billón de dólares hay que añadir en 2022 más de 500 mil millones para reducir las facturas de la energía en los países más desarrollados, de los cuales a Europa corresponden unos 350 mil millones. Sin embargo, estas cifras son mucho más elevadas ya que no incluyen todas las formas de subsidios de los gobiernos a los combustibles fósiles, como vamos a ver. Según el Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible (IISD), solo los países del G20 destinaron 1,4 billones de dólares de dinero público a los combustibles fósiles en 2022.
La hipocresía de los gobiernos se manifiesta en la enorme diferencia entre sus políticas climáticas, es decir, lo que de verdad hacen (favorecer y enriquecer a la industria de energía fósil) y sus falsas promesas de supuesta sostenibilidad y economía verde. Con la retórica engañosa de su discurso “carbón limpio”, “uso del gas como combustible de transición, etc., los gobiernos intentan justificar los enormes subsidios a las empresas de combustibles fósiles. Según la Agencia Internacional de la Energía (IEA), en el año 2018 los subsidios directos a la producción y el uso de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) fueron de 427.000 millones de dólares USA. Pero todas estas cifras no incluyen los costes ambientales ni en salud causados por los combustibles fósiles.
Un informe en 2019 del Fondo Monetario Internacional (FMI), que no es precisamente un organismo radical, estimó el coste de los subsidios de 191 países a los combustibles fósiles en 5,2 billones de dólares USA al año. En 2020 la estimación era de 5,9 billones de dólares. En la actualización del año 2023 la estimación del FMI alcanza los 7 billones de dólares del coste de los subsidios de 170 países en 2022. Esta enorme cantidad representa el 7,1 % del producto interior bruto (PIB) mundial. Según la estimación del FMI en 2023, la reforma de los subsidios de los gobiernos reduciría en un 43% las emisiones globales de GEI, por debajo de los niveles de referencia para 2030 para mantener la temperatura entre 1,5º y 2ºC. En los cálculos del FMI, están incluidos los subsidios explícitos a los combustibles fósiles, los costes de la degradación ambiental, los derrames, la contaminación del aire y los costes en salud derivados de la extracción y quema de los combustibles fósiles. Aunque admite que los costes ambientales se miden con considerable incertidumbre. Hay estimaciones más altas que elevan la cifra a 11 billones de dólares.
Un informe en 2023 del Banco Mundial (BM), sitúa el coste de los subsidios gubernamentales a los combustibles fósiles en 7,25 billones de dólares, que incluye la exención de impuestos. Señala que es una estimación conservadora, ya que hay países que no registraron todos los subsidios que habían aumentado. Además, el BM que no es una entidad caritativa, dentro de su campaña para el lavado verde de su imagen, reconoce en su informe que son billones de dólares desperdiciados; admite que los subsidios perjudican a la gente y al planeta porque exacerban el cambio climático y provocan contaminación atmosférica, que causa más de 7 millones de muertes prematura al año. A su vez, los subsidios aumentan las cargas de la deuda que recaen en gran parte sobre los más pobres, pero están muy arraigados, ya que los mayores beneficiarios son ricos y poderosos. Esta es una de las razones por las que a los ricos y poderosos no les aterrorizan los desastres que describe el IPCC en sus informes sobre la crisis climática. Tampoco les preocupa el caos social futuro porque no vivirán para verlo, ni la herencia climática que va a recibir la siguiente generación porque sus hijos heredarán su riqueza y los efectos del calentamiento global afectan, sobre todo, a los pobres.
Sin embargo, tanto el cálculo del FMI como el del BM no reflejan la realidad de los daños causados por la destrucción continuada del desarrollismo económico durante, al menos todas las décadas desde que se conoce el problema del calentamiento global causado por los combustibles fósiles. Algunos cálculos estiman en 551 billones de dólares USA, los daños con un calentamiento de sólo 3,7 grados 1.Pero, como dijo Todd D. Stern, enviado especial de EE.UU. para el cambio climático en la COP21 de 2015 en Paris: «Hay una cosa que no aceptamos ni aceptaremos en este acuerdo y es la noción de que debería haber responsabilidad e indemnización por pérdidas y daños. Esa es una línea que no podemos cruzar».
Y no la pueden cruzar porque EE.UU. es el mayor contaminador de la historia. Diversas organizaciones, ciudades, condados y estados han presentado docenas de demandas que acusan a ExxonMobil Corp y a otras empresas de engaño y responsabilidad por daños climáticos. De ahí que el gobierno se plantee acceder a la presión de la industria fósil y otorgar inmunidad legal para las empresas que han contribuido al calentamiento global y a los daños causados. Como potencia hegemónica, EE.UU. se niega a mostrar debilidad y asumir su responsabilidad, al igual que el resto de países industrializados, por los daños causados de la crisis climática que crecen a un ritmo alarmante. Pero, además del costo económico que esto supondría, es imposible que los responsables puedan pagar el coste real de la enorme deuda criminal contraída: en los daños ambientales y destrucción de los ecosistemas del planeta, en los daños a la salud de la especie humana, los millones de muertos y la destructora herencia medioambiental y personal para las próximas generaciones. Saben que eso podría engendrar el germen para intentar acabar con el sistema social responsable: el capitalismo. Consciente de este riesgo, la clase dominante toma la iniciativa, coge el toro por los cuernos y con el apoyo de los partidos de izquierda y el ecologismo de Estado, intenta engañar a la población mostrando sus aparentes buenos deseos con la farsa de una economía verde, para anticiparse y conjurar la posibilidad de revuelta de una crisis violenta o incluso una revolución en algún país.
4.1 El carbón y el petróleo representan el 85 por ciento de los subsidios mundiales
El carbón es el principal beneficiario con el 44% de los subsidios, le sigue el petróleo (41%) y el gas (10%). Con estos subsidios los gobiernos incumplen sus compromisos e impiden frenar el aumento de la temperatura media global del planeta por debajo de 1,5 grados centígrados respecto a la era pre-industrial (1850-1900). Con ello aumentan la contaminación del aire que causa muchas más muertes cada año que los accidentes de tráfico. La demanda mundial de carbón alcanzó un nuevo máximo histórico en 2022 y se mantendrá en niveles récord en 2023.
En Canadá, el Estado compró el proyecto de oleoducto Trans Mountain por 4500 millones de dólares canadienses (2800 millones de euros), después de que el inversionista Kinder Morgan se retirara. El coste ha subido a 12600 millones de dólares canadienses y traerá petróleo de las arenas alquitranadas de Alberta a la costa, cerca de Vancouver. La emisión anual de gases de efecto invernadero (GEI) del oleoducto equivale a 33 plantas de carbón. Con la crisis del Covid19 y la caída de los precios del petróleo que afectó a la industria petrolera, el gobierno canadiense decidió rescatarla con unos 9400 millones de euros.
4.2 Subsidian la creación de centrales eléctricas de carbón con una vida útil de 40 años
Actualmente el carbón proporciona alrededor del 40 por ciento de la electricidad mundial. Pero emite más CO2 que cualquier otro combustible fósil del sector eléctrico. Sin embargo, los subsidios continúan aumentando debido a la influencia de los poderosos grupos de presión del carbón.
Entre 2014 y 2017, los gobiernos del G20 aumentaron las subvenciones a las centrales eléctricas de carbón de 17.000 a 47.000 millones de dólares al año. Las centrales eléctricas de carbón fueron el principal contribuyente al crecimiento de las emisiones globales de CO2 en el año 2018.
A través de instituciones financieras, agencias de crédito a la exportación y empresas estatales, también han apoyado la creación de centrales eléctricas con carbón en países como Bangladesh, Indonesia, Pakistán y Vietnam. Los cuatro bancos más grandes de China siguen siendo responsables de más de la mitad del financiamiento a minas de carbón y centrales eléctricas en todo el mundo. Esta es otra forma empleada por los gobiernos para financiar y promover la crisis climática. Así, en lugar de reducir, aumentan las emisiones de CO2 y la contaminación del aire en estos países en desarrollo.
Las nuevas centrales eléctricas de carbón tienen una vida útil de unos 40 años, durante los cuales sus costos deben ser devueltos a los inversores. Estas centrales de carbón continuarán con sus emisiones de CO2 hasta años después de la segunda mitad del siglo XXI. Igual que otros países del G20, China se propone dejar de depender del carbón, pero a la vez exporta al extranjero centrales eléctricas de carbón.
Cuando el capital privado se retira, intervienen los estados proporcionando enormes subsidios. La mina de carbón a cielo abierto Carmichael del grupo indio Adani en Queensland (Australia), con una capacidad de producción anual de 60 millones de toneladas, ha recibido 4400 millones de dólares australianos (unos 2350 millones de euros). Además del apoyo al carbón, el gobierno de Australia cuenta con grandes proyectos para la expansión de combustibles fósiles, incluido el fracking para obtener gas.
La realidad es que los gobiernos no tienen intención de eliminar los subsidios a la producción e infraestructuras de los combustibles fósiles.
4.3 El fraude del “carbón limpio”, la captura y almacenamiento de carbono
Los gobiernos y las industrias llevan años presentándonos las tecnologías de captura y almacenamiento de carbono (CCS, por sus siglas en inglés), como una solución al cambio climático. La captura a gran escala de dióxido de carbono (CO2)requiere la construcción de redes de gasoductos con sus propios riesgos de fugas y roturas; en grandes volúmenes el CO2 es asfixiante. Pero lo cierto es que la eficacia de esta tecnología es muy especulativa. No es más que una excusa para seguir subsidiando los combustibles fósiles y posponer su eliminación como fuente de energía. Así que esta tecnología se ha convertido en una pieza clave de los gobiernos, los bancos y la industria de combustibles fósiles.
Las técnicas CCS se crearon para recuperar petróleo mejorado (EOR, por sus siglas en inglés). La técnica consiste en bombear CO2 en yacimientos viejos para extraer petróleo crudo. Es lo que se está haciendo hoy con la mayor parte del CO2 capturado. Lo que permite un aumento considerable de la producción de petróleo pero también de la emisión de gases de efecto invernadero. Es una técnica que se usa hace más de 40 años, sobre todo en EE.UU. Pero tiene un coste elevado en dinero y energía. Una central eléctrica con carbón que emplee la tecnología CCS tiene que emplear más carbón para producir la misma cantidad de energía. Por tanto, el carbón no puede ser un combustible limpio, aunque utilice filtros para reducir la emisión de partículas a la atmósfera. La captura directa de aire es aún más cara y requiere grandes cantidades de energía.
Sin embargo, los gobiernos de EE.UU, Inglaterra, Canada, Europa y Australia han comprometido miles de millones en subsidios para proyectos de captura de carbono 2. Mediante este fraude se enriquecen 3 aún más las poderosas empresas de combustibles fósiles y los gobiernos siguen financiando la crisis climática.
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4.4 La mayoría de países de la Unión Europea emplean carbón para generar electricidad
Once países de la Unión Europea incumplen los compromisos de reducción de emisiones y manifiestan su escasa o nula intención de dejar de utilizar el carbón en el año 2030.
El carbón es el combustible fósil más abundante de la Unión Europea (UE) y representa el 25% de su producción eléctrica. En el año 2018 emitieron a la atmósfera 625 millones de toneladas de CO2. Por esa razón es imprescindible cerrar todas las centrales que utilizan carbón. La UE se comprometió en el año 2010 a dejar de subvencionar el carbón y facilitar el cierre de las minas. En sus compromisos de reducción de emisiones, la UE también se comprometió en el marco del Acuerdo de Paris a dejar de usar el carbón para producir electricidad en el año 2030.
La realidad es que aún siguen empleando carbón para generar electricidad 21 de los 28 estados de la UE. Además, no renuncian al uso del carbón en 2030 once países: Alemania, Polonia, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Croacia, Rumanía, Bulgaria, Grecia, Hungría y España. Sin embargo, siguen recibiendo subvenciones: hay un fondo de 26.000 millones de euros para el carbón.
La consecuencia de todo esto es que, debido al uso de combustibles fósiles, las emisiones a la atmósfera de gases de efecto invernadero siguen aumentando. Lo que evidencia, una vez más, cómo tras su engañosa retórica los gobiernos financian la crisis climática y son responsables de sus criminales efectos sociales y ambientales.
1 David Wallace-Wells El planeta inhóspito, cap. 14 Capitalismo de crisis
Subsidios de gobiernos a la captura de carbono: Europa. Reuters 8-6-2021 , Australia , Canada , The Guardian 19-10-2021
3 https://insideclimatenews.org/news/17082021/carbon-capture-storage-fossil-fuel-companies-climate/ https://insideclimatenews.org/news/27092020/exxon-carbon-capture/
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