Los gobiernos financian y promueven la crisis climática-3
Sólo desde la ignorancia o una estúpida ingenuidad, se puede pensar que la industria de los combustibles fósiles y fabricantes de automóviles eran los únicos que, desde mediados del siglo XX, sabían que se estaba produciendo un cambio climático y que la causa principal era la quema de combustibles fósiles. Los gobiernos también lo sabían, al menos desde la década de 1960. Veamos algunos ejemplos.
En 1965 el Comité Asesor Científico del Presidente Johnson de Estados Unidos, presentó a la Casa Blanca un informe sobre el estado del medio ambiente; dicho informe incluía un exhaustivo apartado sobre la influencia atmosférica del dióxido de carbono procedente de los combustibles fósiles. Después de su publicación el presidente Johnson envió una carta al Congreso de Estados Unidos en la que decía: «Esta generación ha alterado la composición de la atmósfera a escala mundial a través […] de un aumento constante del dióxido de carbono procedente de la quema de combustibles fósiles».
En 1972 se celebra en Estocolmo la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, donde se trata del cambio climático inducido por la quema de combustibles fósiles. Asimismo, en la Primera Conferencia Mundial sobre el Clima en 1979 en la Asamblea General de la ONU, en la Conferencia de Toronto en 1988, en las conferencias en La Haya y Noorwijk en 1989, y en la segunda Conferencia Mundial sobre el Clima celebrada en 1990 se trataron los problemas del cambio climático y el calentamiento global. En todas ellas los gobiernos apenas mostraron interés. Mientras tanto, seguía y sigue creciendo la producción y consumo de combustibles fósiles en el mundo, aumentando la temperatura del planeta.
En 1989 el Comisario Europeo de Medio Ambiente presenta la propuesta de una ecotasa, a la que se opuso el Grupo de Trabajo sobre el Cambio Climático en el Mundo, formado por representantes de las grandes petroleras mundiales. En 1992 la propuesta seguía bloqueada en el Consejo de Ministros de Industria de la Unión Europea, lo que fue considerado un logro por la industria de combustibles fósiles.
En su intervención en una gala en Houston, Texas, en 2018, el expresidente Barak Obama se atribuyó con orgullo el mérito del auge de la producción de combustibles fósiles de EE.UU. Poco después de la firma del Acuerdo Climático de Paris en 2015, Obama accedió a la petición de los grupos de presión encabezados por el Instituto Americano del Petróleo y firmó un proyecto de ley que permitió un aumento del 750% de las exportaciones de petróleo crudo. La consecuencia es que existe un exceso de petróleo y gas en el mercado mundial, además de un aumento considerable de las perforaciones. Sólo EE.UU. es responsable del 40% de las emisiones de CO2 desde el inicio de la era industrial. En un acto paralelo a la conferencia sobre el clima COP26, con su enorme hipocresía, el ex-presidente Obama, dijo que depende de todos nosotros evitar que el planeta supere los 1,5ºC.
El actual presidente de EE.UU., Joe Biden, no sólo no ha derogado la ley que firmó Obama, sino que ha contribuido a que su país sea desde 2021 el mayor exportador mundial de gas natural licuado (GNL) y al aumento de los precios. En un alarde de hipocresía Biden dijo en la COP26: «los altos precios de la energía sólo refuerzan la urgente necesidad de diversificar las fuentes, redoblar el despliegue de energía limpia y adaptar nuevas y prometedoras tecnologías de energía limpia». Tres días después la Administración Biden criticó a la OPEP+ por no aumentar la producción de petróleo.
Estos son sólo algunos ejemplos de cómo los gobiernos e instituciones de los estados han mostrado y siguen mostrando una complicidad criminal al seguir apoyando a las empresas de producción y uso de combustibles fósiles. Lo que nos indica que tampoco son de fiar. Así lo expresó el Relator Especial de Naciones Unidas, Philip Alston en su informe:
«30. Los lúgubres discursos pronunciados por funcionarios públicos en conferencias ordinarias no se traducen en una acción verdadera. Parecen muy escasos los resultados de 30 años de convenciones. De Toronto a Noordwij, a Río, A Kyoto y a París, las expresiones empleadas guardan un notable parecido mientras que los Estados siguen dando largas. Los elementos esenciales del cambio climático se comprendían en los años setenta, y los científicos y activistas llevan decenios dando voces de alarma. Sin embargo, los Estados han ido dejando atrás los distintos umbrales y advertencias de origen científico, y lo que antes se calificaba de calentamiento catastrófico parece ahora el mejor de los casos imaginables.»

Aumento de los subsidios y la producción de combustibles fósiles
Los gobiernos del G20 acordaron en el año 2009 eliminar gradualmente los subsidios a los combustibles fósiles. Mintieron. Diez años después en la COP26, los gobiernos participantes acordaron acelerar la eliminación de los subsidios. Volvieron a mentir. A pesar de los impactos cada vez más devastadores del cambio climático, los gobiernos del G20 reunidos en la India en julio de 2023, discutieron sobre el lenguaje del camino a seguir para reducir gradualmente los combustibles fósiles, pero no decidieron reducirlos. Según un informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), en el año 2020 los países miembros del G20 eran responsables del 75% de las emisiones mundiales de GEI. Están muy lejos de cumplir sus compromisos del Acuerdo de Paris de reducción de emisiones de GEI para el año 2030 y mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 º C. Lo que no será posible ya que, a escala mundial, según las políticas vigentes, tampoco se cumplirán los compromisos de reducción de emisiones de GEI.
El mayor emisor del mundo por habitante es EE.UU. En cuanto a las emisiones procedentes del consumo doméstico, el 1% más rico del mundo emite el 17% de las emisiones totales, mientras que el 50% de la población más pobre emite el 12% del total mundial. La conclusión de dicho informe de PNUMA dice que un cambio progresivo ya no es una opción para limitar el calentamiento global, donde cada centésima de grado es crucial. Se necesita «una transformación exhaustiva, sistémica y a gran escala» para lograr el objetivo de cero emisiones netas de GEI.
Sin embargo, los gobiernos del mundo tienen previsto producir en 2030 alrededor de 110% más de combustibles fósilesde lo que requiere limitar el calentamiento global del planeta a 1,5 grados centígrados 1. Lo cual es incompatible e incumple los Acuerdos de Paris que firmaron. Es evidente la hipocresía y falsedad de los compromisos y promesas de los gobiernos, que en lugar de dejar de usar energía fósil y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), las aumentan. Solo veinte países encabezados por EE.UU., el mayor contaminador de la historia, son responsables del 90% de la contaminación por la expansión de nuevos yacimientos de petróleo y gas hasta el año 2050. De los 20 países, cinco (EE.UU., Canada, Australia, Noruega y Reino Unido) son responsables del 51% . A la cabeza EE.UU. con un tercio de la extracción mundial planificada de petróleo y gas para 2050. Esta extracción la confirma un estudio de la multinacional norteamericana Exxon Mobil que dice que el petroleo y el gas cubrirán el 54% de las necesidades energéticas en 2050 y para este año las emisiones de CO2 alcanzarán los 25 mil millones de toneladas. Esto es más del doble de lo indicado por el IPCC para mantener la temperatura global del planeta por debajo de los 2 grados centígrados.
¿Cual es la consecuencia para los ecosistemas y todos los aspectos de la vida humana, de este comportamiento criminal de los gobiernos, la banca y la industria de combustibles fósiles? Así lo expresa un informe 2 del IPCC : “Un mundo con avalanchas sepultando pueblos y ciudades de montaña, islas y costas sumergidas por el aumento del nivel del mar, y un océano cada vez más ácido, caliente e inhabitable para una gran cantidad de seres vivos, este es el futuro que le espera a la humanidad”. Esto supone, escasez de agua, escasez de comida, más catástrofes (sequías, inundaciones, huracanes, olas de calor, incendios,…) cada año. En suma, más tragedias, mas muertes y enfermedades, más destrucción ambiental.
1 https://priceofoil.org/2023/09/12/planet-wreckers-how-20-countries-oil-and-gas-extraction-plans-risk-locking-in-climate-chaos/
2 https://www.ipcc.ch/site/assets/uploads/sites/3/2020/07/SROCC_SPM_es.pdf https://news.un.org/es/story/2019/09/1462782 https://www.ipcc.ch/site/assets/uploads/sites/2/2019/09/IPCC-Special-Report-1.5-SPM_es.pdf
Otros artículos